160 de 200 papers lo muestran: los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo generan una mayor rentabilidad. No son una moda, resalta Daniela Door, gerente de Alternativos y Análisis de Prima AFP.
La sostenibilidad es una tendencia que llegó para quedarse. Está en la agenda de las corporaciones, los inversionistas y los reguladores. En una encuesta de la consultora de negocios estadounidense Bain & Company a 297 compañías globales, el 81% señaló que la sostenibilidad es más importante en su agenda corporativa que hace cinco años, y el 85% consideró que lo será aún más en los siguientes cinco.
La gestión de los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG, por sus siglas en inglés) para generar ventajas competitivas, como parte de una estrategia integrada de sostenibilidad, se hace más relevante en un mundo de cambios estructurales disruptivos. Según Goldman Sachs, entre el 2010 y el 2018 el número de compañías del índice S&P 500 que presentaron temas de sostenibilidad en los calls de sus resultados trimestrales creció en 75%. Y, en el 2018, el 85% de las empresas que forman parte del índice publicó reportes de sostenibilidad.
La administración de activos financieros sigue esta tendencia —pues es la otra cara de la moneda— y cada vez más inversionistas institucionales consideran a la sostenibilidad en sus procesos de inversión. En abril del año pasado el número de miembros del Programa de Inversión Responsable (PIR) a nivel global bordeaba los 2,000, con un poco más de US$80 trillones en activos administrados. El último reporte publicado por The Global Sustainable Investment Alliance (GSIA), por su parte, muestra que los activos ‘sostenibles’ administrados aumentaron en 34% en los últimos dos años, por lo que ya representan un cuarto de los activos administrados en Estados Unidos y la mitad de los activos administrados en Europa.
¿Cuáles son las razones de este interés? Según una reciente encuesta de BNP Paribas, realizada a 347 gestores de activos en el mundo, los principales drivers son: mejorar el retorno de largo plazo (52%), la gestión de la marca y la reputación (47%) y la disminución del riesgo (37%).
Sobre la rentabilidad, los estudios son concluyentes respecto a la incidencia de los factores ESG en los resultados de negocio. Un documento publicado por Oxford University y Arabesque Partners reveló que, entre más de 200 papers, el 88% mostró que las empresas con prácticas de sostenibilidad robustas obtiene mejores resultados operativos, lo que se traduce en mejores flujos de caja. El 80% mostró, además, que las prácticas de sostenibilidad tienen un impacto positivo en el desempeño financiero.
En cuanto a la disminución del riesgo, en el último Reporte de Riesgos Globales del World Economic Forum del 2019, del top ten de riesgos con mayor probabilidad de ocurrencia y que implican un impacto negativo significativo para las economías y las industrias en los próximos diez años, cinco están relacionados al tema ambiental, dos a los riesgos tecnológicos, dos a los sociales y solo uno al económico. De ahí que estos factores hayan sido incorporados en la toma de decisiones de inversión y las clasificadoras de riesgo ya estén incluyéndolos en sus ratings: entre julio del 2015 y agosto del 2017, S&P registró 107 casos en los que los riesgos ambientales impulsaron cambios en las calificaciones.
Cierro con una frase que Larry Fink, fundador de Blackrock —el gestor de activos más grande del mundo—, escribió en su carta anual a los CEO del 2019:
El propósito no persigue únicamente a las utilidades, pero es la fuerza motriz para lograrlas. Las utilidades no son, en ningún caso, incompatibles con el propósito: de hecho, las utilidades y el propósito van de la mano de forma indisoluble
Larry Fink