Por: Pia Zevallos – Gerente General de Libélula
La agenda de las últimas semanas estuvo marcada por dos anuncios de la Organización Meteorológica Mundial (OMM): julio fue el mes más caluroso de la historia, y el inicio del Fenómeno El Niño global, que podría verse intensificado por el incremento de temperatura del planeta. Estamos viviendo una crisis climática y necesitamos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) por lo menos a la mitad al 2030, y alcanzar emisiones netas cero al 2050. Las empresas como motor de las economías y aceleradoras de la adopción de tecnologías, deben asumir este reto.
La gestión de emisiones se vuelve central para el desempeño y la competitividad de las empresas. La capacidad de mitigar el cambio climático será una llave para ingresar a nuevos mercados, acceder a financiamiento con mejores condiciones, diferenciarse frente a la competencia, captar el mejor talento, aumentar el valor bursátil y blindar la reputación. El compromiso de la gran empresa de gestionar emisiones en toda su cadena de valor, será la clave para incluir en esta tendencia a las MIPYMES y emprendimientos locales que la proveen de bienes y servicios.
A nivel global cada vez más empresas dan importantes pasos basados en un plan claro de descarbonización. IKEA apunta a ser 100% circular y carbono neutral al 2030 y comparte la lógica de la sostenibilidad con sus proveedores: usa el 1% de la madera en el mundo y se asegura de que esta sea reciclada y certificada. Tesco, uno de los mayores supermercados del mundo, se ha propuesto que su cadena valor operativa sea carbono neutral al 2035. Su plan incluye electromovilidad, suministro con energía renovable, cambiar el sistema de refrigeración y calefacción en tiendas, trabajar con productores agrícolas para reducir el uso de fertilizantes e incentivar el consumo sostenible.
El desarrollo de un plan de descarbonización parte por identificar los detonadores y motivaciones de la empresa, el contexto global y la ambición climática del país y el sector. Conociendo el perfil de emisiones de la empresa, en todos sus alcances, se puede determinar la materialidad y el potencial de transformación en su cadena de valor. La capacitación interna y la comunicación son partes esenciales del plan. Así, se establece una hoja de ruta que combina acciones de corto, mediano y largo plazo para focalizar los esfuerzos de mitigación y alcanzar los beneficios de una efectiva gestión de emisiones, comenzando por ahorros pero apuntando a la mejora de competitividad.
Es fundamental continuar realizando acciones de descarbonización desde las empresas para enfrentar la crisis climática y desarrollar sosteniblemente al país. En el centro de este esfuerzo se encuentra el desarrollo de un plan de descarbonización estratégico, práctico y ampliamente comunicado, que permita transversalizar la sostenibilidad en el negocio y alcanzar los beneficios que conlleva.
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