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Con 23,000 toneladas diarias de residuos, el reto ya no es solo ambiental: sino también económico.
Marian Buraschi - Socia y Directora de Libélula
En el actual escenario de volatilidad en los precios de las materias primas, la gestión de residuos en el Perú ha dejado de ser un costo operativo para transformarse en una unidad de negocio estratégica. El Ministerio del Ambiente (MINAM) precisa que en el país se generan 23,000 toneladas de residuos sólidos al día, lo que plantea el reto de transformar una «mina urbana» subexplotada en un motor de reactivación económica. De acuerdo con el MINAM, el 77% de estos desechos tiene potencial de valorización, pero apenas reciclamos el 1.9%. Esta brecha no es solo un problema ambiental; es una ineficiencia financiera que el sector empresarial debe liderar para capturar valor.
La cadena de valor del reciclaje es, por naturaleza, intensiva en mano de obra. Mientras que la disposición final en rellenos sanitarios es un proceso lineal que genera escaso valor agregado, el reciclaje crea un ecosistema que hoy sustenta a cerca de 500,000 familias peruanas. La clave para el empresariado reside en la formalización de los 180,000 recicladores de base (MINAM). Datos al 2025 muestran que, en distritos donde se ha integrado a los recicladores en la cadena logística formal, la eficiencia de recolección de materiales aprovechables aumentó en un 46%. Solo en el último año, la venta de estos residuos generó ingresos por más de S/ 3.8 millones en el sector formal, demostrando que la profesionalización reduce costos y asegura insumos.
Un sector crítico es la recuperación de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE). En el Perú, se generan 3.3 kg de RAEE por habitante al año. Para la industria, esto representa una «minería secundaria» de alta pureza. Recuperar oro, plata y cobre de placas electrónicas desechadas es hoy más eficiente y económico que la extracción primaria en ciertos componentes. Las empresas tecnológicas que implementan logística inversa están recuperando activos que ya fueron pagados, reduciendo su exposición a la inflación de insumos vírgenes y cerrando el ciclo de vida del producto bajo estándares internacionales.
El cumplimiento del Decreto Legislativo N° 1278 se ha vuelto un estándar de competitividad. Las empresas que adoptan modelos de economía circular no solo mitigan riesgos regulatorios ante la OEFA, sino que mejoran su perfil de riesgo para acceder a financiamiento sostenible (Bonos Verdes). Al integrar material reciclado, las compañías reportan un crecimiento en la valorización de residuos del 35.4% anual, optimizando su EBITDA y fortaleciendo su reputación corporativa ante inversionistas que hoy priorizan los criterios ESG.
El reciclaje en el Perú debe dejar de verse como filantropía para entenderse como una auditoría de eficiencia operativa. Cada tonelada de residuo no aprovechada es capital que la empresa ya pagó y que decide enterrar. La transición hacia una economía circular es la vía más estratégica para generar empleo masivo y asegurar la resiliencia en el mercado peruano. ¿Te sumas?
Publicado en Diario Gestión.